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La comunidad internacional se reunirá en Polonia a partir del lunes para negociar una disminución de las emisiones de gases con efecto invernadero pero los ciudadanos con más conciencia ecológica ya se preguntan qué pueden hacer para reparar el daño causado.
Algunos países tienen más pecados que expiar que otros.
En términos de volumen, los gigantes emergentes como China e India son grandes contribuyentes al calentamiento del planeta desde su primer y cuarto puesto, respectivamente, en la lista de países más contaminantes en 2007, según un informe publicado en septiembre.
Pero en términos per cápita, el estilo de vida occidental es imbatible.
Un estadounidense o un australiano emiten como media el doble de dióxido de carbono (CO2) que un europeo o un japonés y cuatro veces más que cualquier africano o asiático, según datos de la ONU.
Sin embargo, cada vez más habitantes de los países ricos empiezan a tomar medidas a nivel individual para luchar contra el cambio climático, según los expertos.
"Estoy completamente convencida de que habrá tanta gente que demandará productos ecológicos que veremos la manera de reducir las emisiones", aseguró Susan Solomon, científica del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), la organización de la ONU que en 2007 ganó el premio Nobel de la Paz junto con el ex vicepresidente estadounidense Al Gore.
"El objetivo final es que la gente tenga cuidado y se comprometa", añadió.
Los consumidores más concienciados ecológicamente aíslan el ático, instalan ventanas con cristales dobles y eligen frigoríficos o lavaplatos eficientes energéticamente, incluso si ello les supone un mayor gasto.
Muchos miran las etiquetas de los productos que compran para cerciorarse de que son productos respetuosos con el medio ambiente.
También son muchos los que se deciden por alimentos biológicos en cuyo crecimiento no se utilizan productos químicos. Además, evitan comprar frutas, verduras y flores fuera de temporada ya que llegan a sus países tras recorrer medio mundo.
Estos ciudadanos con conciencia ecológica pueden sentirse aliviados por el vertiginoso aumento de los llamados bonos de carbono, un sistema que permite a los países más contaminantes invertir en proyectos, como por ejemplo la reforestación de la selva amazónica, para compensar las emisiones de CO2.
Una compañía neozelandesa empezó este año a comercializar en Estados Unidos el "Climate Change Chocolate" (Chocolate del Cambio Climático), que destina 55 centavos de cada tableta vendida a la adquisición de bonos de carbono para compensar los 60,4 kilos de CO2 que emite diariamente cada estadounidense.
La cantidad recaudada con este sistema de compensación alcanzó en 2007 el equivalente de 42 millones de toneladas de CO2, el triple que en 2006, y podría llegar al equivalente de 1.400 millones de toneladas de CO2 en 2020, según el sitio internet Ecosystem Marketplace.
Pero este rápido aumento del sistema de compensaciones también tiene sus críticos, como Augustin Fragniere de la Universidad de Lausana (Suiza), que advirtió contra sus potenciales vicios por la amplia discrepancia en los métodos para calcular y compensar las emisiones de CO2.
Algunos países tienen más pecados que expiar que otros.
En términos de volumen, los gigantes emergentes como China e India son grandes contribuyentes al calentamiento del planeta desde su primer y cuarto puesto, respectivamente, en la lista de países más contaminantes en 2007, según un informe publicado en septiembre.
Pero en términos per cápita, el estilo de vida occidental es imbatible.
Un estadounidense o un australiano emiten como media el doble de dióxido de carbono (CO2) que un europeo o un japonés y cuatro veces más que cualquier africano o asiático, según datos de la ONU.
Sin embargo, cada vez más habitantes de los países ricos empiezan a tomar medidas a nivel individual para luchar contra el cambio climático, según los expertos.
"Estoy completamente convencida de que habrá tanta gente que demandará productos ecológicos que veremos la manera de reducir las emisiones", aseguró Susan Solomon, científica del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), la organización de la ONU que en 2007 ganó el premio Nobel de la Paz junto con el ex vicepresidente estadounidense Al Gore.
"El objetivo final es que la gente tenga cuidado y se comprometa", añadió.
Los consumidores más concienciados ecológicamente aíslan el ático, instalan ventanas con cristales dobles y eligen frigoríficos o lavaplatos eficientes energéticamente, incluso si ello les supone un mayor gasto.
Muchos miran las etiquetas de los productos que compran para cerciorarse de que son productos respetuosos con el medio ambiente.
También son muchos los que se deciden por alimentos biológicos en cuyo crecimiento no se utilizan productos químicos. Además, evitan comprar frutas, verduras y flores fuera de temporada ya que llegan a sus países tras recorrer medio mundo.
Estos ciudadanos con conciencia ecológica pueden sentirse aliviados por el vertiginoso aumento de los llamados bonos de carbono, un sistema que permite a los países más contaminantes invertir en proyectos, como por ejemplo la reforestación de la selva amazónica, para compensar las emisiones de CO2.
Una compañía neozelandesa empezó este año a comercializar en Estados Unidos el "Climate Change Chocolate" (Chocolate del Cambio Climático), que destina 55 centavos de cada tableta vendida a la adquisición de bonos de carbono para compensar los 60,4 kilos de CO2 que emite diariamente cada estadounidense.
La cantidad recaudada con este sistema de compensación alcanzó en 2007 el equivalente de 42 millones de toneladas de CO2, el triple que en 2006, y podría llegar al equivalente de 1.400 millones de toneladas de CO2 en 2020, según el sitio internet Ecosystem Marketplace.
Pero este rápido aumento del sistema de compensaciones también tiene sus críticos, como Augustin Fragniere de la Universidad de Lausana (Suiza), que advirtió contra sus potenciales vicios por la amplia discrepancia en los métodos para calcular y compensar las emisiones de CO2.
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